Diario Hoy entrevistó a Arnaldo Dubin, médico, investigador y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). “Acá nadie quiere meter miedo. Nos encontramos muy preocupados por una realidad que nos resulta avasalladora”, manifestó
Ante el aumento de los casos de coronavirus, crece el temor al posible colapso del sistema sanitario. De hecho, el ministro de Salud de la Provincia, Daniel Gollán, reconoció hace días a este medio que “el virus está creciendo en forma alarmante, preocupante”.
Diario Hoy dialogó con el médico intensivista, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), Arnaldo Dubin, sobre la disponibilidad de las camas para atender a los contagiados por Covid-19.
—¿Cómo es el presente de las unidades de terapia intensiva en Argentina?
—En términos generales, puedo decir que hay sectores muy complicados. Me cuesta, por ejemplo, comprender a las autoridades de CABA cuando presentan un panorama relajado, edulcorado de esta realidad.
—¿La mayor dificultad se da por los pocos recursos materiales o por la falta de personal capacitado?
—Hace mucho tiempo, desde la SATI, venimos denunciando el déficit de intensivistas, y ningún gobierno nos escuchó. No hay quien atienda esas camas, porque no hay médicos, no hay kinesiólogos, no hay enfermeras, debido a que son pocos, y porque muchos de ellos están enfermos.
Es decir, el factor limitante del sistema no es la disponibilidad de respiradores, de camas de terapia o de tecnología, como en algún momento nos quisieron hacer creer. El problema es la falta de personal preparado. El entrenamiento de un médico de terapia intensiva no se adquiere en un cursito por internet, sino que demanda una formación muy compleja, que lleva años.
—¿En años previos a la pandemia, cómo era la situación de las terapias intensivas en el mes de julio?
—Las autoridades de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina (Adecra) emitieron un comunicado tranquilizador diciendo que el porcentaje de ocupación actual es similar al que tenemos habitualmente a esta altura del año. Sin embargo, creo que este es un enfoque falaz, absolutamente equivocado de la situación, porque, normalmente, una parte importante de la ocupación de terapia intensiva, sobre todo en hospitales privados, está dada por posoperatorios que, en la mayoría de los casos, pasan a una habitación común en uno o dos días.
Ahora, hay un número creciente de camas que están ocupadas por pacientes con Covid-19, que pueden permanecer en una UTI dos, tres o muchas más semanas. Creo que esto va a contribuir a la saturación del sistema.
—¿Cree que fue oportuno flexibilizar la cuarentena en esta instancia?
—Para mí es decepcionante tener que asumir esta situación. Recién en los próximos días vamos a ver cuál será el efecto de esta flexibilización. Nos encontramos muy preocupados, y considero que el peor enfoque es negar el problema, dando una sensación de falsa seguridad, porque que el sistema colapse no es un hecho trágicamente predeterminado, sino que es algo que se puede evitar.
—Entonces, ¿el confinamiento es el único medio para evitarlo?
—Lo único que se puede hacer es extremar el aislamiento, porque si se satura, como ocurrió en Milán, en Madrid o en Nueva York, va a existir un aumento logarítmico de la mortalidad y vamos a estar ante un escenario en el que tendremos que decidir a qué paciente tratar y a cuál no.
—¿Qué opina de aquellos que hablan de ustedes como los “doctores del miedo”?
—Es una opinión verdaderamente trágica, es similar a negar la utilidad de las vacunas. Acá nadie quiere meter miedo. Nosotros estamos muy preocupados por una realidad que nos resulta avasalladora. Todos los días me encuentro en la terapia intensiva haciendo equilibrio y malabarismos para poder atender a todos los pacientes. De modo que esa actitud negacionista, de querer ocultar la realidad, solo llevará a consecuencias catastróficas.