El sistema de salud sufre por el financiamiento

21/05/2017 La Voz del Interior (Córdoba) – Nota – Sup. Negocios – Pag. 2 

El sistema de salud sufre por el financiamiento 

Los gastos se incrementan por el envejecimiento de la población, nuevas tecnologías y más prestaciones. La asignación de recursos es ineficiente.
21 may 2017
Negocios Paula Martínez [email protected]
Los gastos se incrementan por el envejecimiento de la población, nuevas tecnologías y más prestaciones. La asignación de recursos es ineficiente.
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Argentina tienen un nivel de gasto en el sector salud que no es bajo: representó casi un nueve por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2016, pero el acceso de la población a la cobertura que se asegura legalmente es muy dispar. Hay duplicación en las erogaciones de una misma persona y quien más ingresos tiene puede acceder a mejores servicios.
El sistema es complejo, cuenta con varios actores en cada segmento: hay prestadores públicos y privados; entre los financiadores están el sector público, las obras sociales sindicales, las de dirección, las provinciales, el Pami y las empresas de medicina prepaga. Casi la mitad de los habitantes está en el sistema de seguridad social, otro 14 por ciento tiene una cobertura prepaga y el 37 por ciento restante recurre al hospital público.
El Gobierno nacional anunció el año pasado una cobertura universal de salud (CUS), pero la implementación no es sencilla y aún se está evaluando cómo aplicarla.
Por otra parte, hay una tendencia a la concentración: 10 prepagas del país poseen más del 80 por ciento de la población con cobertura privada. Cada vez hay menos instituciones sanatoriales y, muchas de ellas, integradas en forma vertical con el sector financiador: prepagas y obras sociales que tienen clínicas propias y sanatorios que generaron su propia financiadora de salud.
También hay una concentración geográfica en los grandes centros urbanos. El volumen es una forma de contrarrestar la suba de costos, pero esto va en detrimento de la calidad de atención.
Desequilibrio Esta disparidad tiene lugar pese a que la Constitución y numerosas leyes garantizan a la población el acceso a una cobertura básica similar para todos. Como el subsistema de seguridad social (obras sociales y Pami) es obligatorio, quien no está conforme con el acceso o la calidad, si no tiene dinero recurre al sector público y, quien tiene mayores ingresos, paga una cobertura privada o la consulta particular. De esta forma, se duplica el gasto por el mismo servicio.
“La cobertura de salud es muy buena en Argentina, también lo es la calidad de atención en muchos segmentos. El problema es que no hay uniformidad. El desafío es evitar saltos de calidad entre una y otra persona según su situación”, opina Hugo Magonza, presidente de la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (Acami), que reúne a obras sociales, prepagas y sanatorios.
“Es un sistema inequitativo. Las personas con restricciones o con ineficiencias en su cobertura se pasan a otro sistema y termina accediendo más rápido quien paga dos veces o tiene altos ingresos”, agrega Jorge Colina, economista de Idesa.
Pero también hay una asignación ineficiente del gasto entre los distintos actores. Según los cálculos de Idesa, mientras las obras sociales sindicales y provinciales cuentan con 847 pesos per capita, el Pami tiene 1.950 pesos por cada uno de los cinco millones de pasivos que cubre.
Si bien es el doble, el gasto de las personas mayores de 60 años se eleva exponencialmente: como referencia, entre las prepagas, este grupo concentra el 44 por ciento del gasto total, según la Asociación de entidades de Medicina Privada (Ademp).
Los hospitales públicos tienen una cápita teórica de casi 1.300 pesos si se tomara a la población sin otra cobertura, pero en la práctica es menor porque llegan personas de Pami y obras sociales.
Gastos en ascenso En el fondo, el gran problema del financiamiento del sistema es el crecimiento del gasto, que supera en unos seis puntos promedio a la inflación.
En 2016, el costo de la atención médica subió un 27 por ciento del nivel general de precios, según la Asociación de Clínicas de la República Argentina (Adecra).
Es una tendencia mundial, que tiene que ver con varios factores que mejoran la salud, pero también la encarecen: más expectativa de vida y envejecimiento de la población (similar al sistema previsional), nuevos tratamientos, nueva tecnología, mayores prácticas y alta judicialización.
El problema es la escasez de recursos: “La ampliación de la cobertura es muy buena desde lo sanitario, pero si no se acompaña de financiamiento, se hace insostenible”, dice Elvio Fernández, representante de Cimara en Córdoba (que reúne a prepagas).
En especial, es difícil el manejo de los tratamientos de alta complejidad, las enfermedades de alto costo y la discapacidad. En el sector de la seguridad social ( incluidos los que reciben las prepagas) hay un fondo de redistribución que, aun con deficiencias, financia estas cuestiones. Pero en el sector estrictamente privado este mecanismo de compensación no existe.
En otros países hay seguros de segundo piso, financiados con aportes, parte de la cuota y el sector público, que abarcan a toda la población, independientemente de su cobertura.

Este es uno de los principales temas que se incluirían en la CUS, cuestión que aún está bajo análisis.

 

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